Ciudad de México, 18 de octubre de 2021
TRANSCRIPCIÓN DE LA INTERVENCIÓN DEL DIP. JUAN CARLOS ROMERO HICKS PARA FIJAR LA POSTURA DEL GRUPO PARLAMENTARIO DE ACCIÓN NACIONAL, CON MOTIVO DE LOS 100 AÑOS DE LA FUNDACIÓN DE LA SECRETARÍA DE EDUCACIÓN PÚBLICA.
JUAN CARLOS ROMERO HICKS (JCRH): Con la venia de la presidencia.
(…) maestra, Secretaría de Educación Pública, Delfina Gómez Álvarez.
“Educar a una persona es hacer de él o de ella una persona que anteriormente no existía”, John Ruskin.
A un siglo de la fundación de la Secretaría de Educación Pública, surge una reflexión con tres miradas: la del pasado, la del presente y la del futuro.
Si nos preguntamos: ¿qué es educar? Educar es un acto de amor, de visión y de esperanza. No existe una respuesta única, porque en realidad implica un todo, un proceso siempre inacabado. A través de la educación las personas aseguran la creación y apropiación científica, poética, técnica, laboral y social de su entorno.
El proceso educativo es muy complejo, si algo hace el ser humano desde el primero hasta el último suspiro de vida, es desplegar su capacidad de aprender, de amar y de comprometernos, a veces inclusive aprendemos de manera inconsciente.
¿Cuál fue el camino? José Vasconcelos fue rector de la Universidad Nacional del 09 de junio de 1920 hasta el 12 de octubre de 1921, cuando pasó a ser secretario de educación. Y en ese trayecto, desde que Vasconcelos asumió el cargo en la Universidad Nacional, personalmente empezó a redactar el proyecto de la Ley desde la Secretaría de Educación Pública.
Mario Benedetti dice que “cinco minutos bastan para soñar toda una vida. Así de relativo es el tiempo. Y así le entregó al Presidente de la República, lo avala y se entrega el 22 de octubre de 1920, un año duró el camino parlamentario, hasta que se aprobó con el presidente Álvaro Obregón y se publica el 03 de octubre de 1921.
En su obra “La Tormenta”, Vasconcelos nos diría: me obsesionaba la idea de la universidad como base para crear el ministerio, que acaso transformase el alma de México.
Es un caso prácticamente único en el mundo, en donde la Universidad Nacional da el alma para la creación de la Secretaría de Educación Pública.
En la estructura formal de la Secretaría, como se ha dicho, había tres pilares de organización:
Primero, el departamento de Escuelas.
Segundo, el de Bibliotecas.
Y, tercero, el de las Bellas Artes.
Vasconcelos diría lo siguiente de la propia Secretaría, cito: “Tiene el deber de convertirse en fuente que mana, en polo que radia y en ser como la aurora de un México nuevo y de un México espléndido”, termina la cita.
La SEP representó una esperanza en ese momento y, en otro momento, Vasconcelos diría, sobre la propia Secretaría: está fundamentada sobre la relación esclarecida que beneficia a todos los hombres y mujeres mexicanos por igual.
Este diseño representa un parteaguas desde la creación. Primero, porque representa la suma de voluntades del bienestar de las personas bajo la premisa de que la educación debía ser la primera tarea del Estado y, segundo, porque cristaliza un proyecto educativo nacional para orientar el proceso de una reconstrucción del país que venía de una revolución de mucha sangre, con polvo, lágrimas y muchas frustraciones.
Por eso esta Sesión es tan importante, porque hoy tenemos que poner al centro a la persona, única e irrepetible, e insustituible. Buscar su formación integral, su bien ser y su bienestar. Vasconcelos diría que tendríamos que hacer la construcción de una educación pública que no estuviera abonando a las letras muertas.
Este espíritu de unidad y aspiración nace del deseo de aprender, y estos aniversarios nos invitan para entender que la probabilidad es una divisa y no un mal tolerado, y sólo en la unidad podemos construir.
Previo a la creación de la Secretaría, ¿cuál era el escenario? Más de 66% de la población era analfabeta. Teníamos 11 mil escuelas públicas, alrededor de 800 mil alumnos y menos de 10 mil maestros en el país. En el año de 1921, el 70% de la población vivía en zona rural, en condiciones precarias. Este ideal de Vasconcelos, era un compromiso para hombres y mujeres excepcionales cuya siembra aún se sigue cosechando.
Hay avances, tenemos un sistema educativo nacional con más de 35 millones de estudiantes, hay más de 261 mil escuelas y poco más de 2 millones de maestros. Gozamos de diferentes tipos, modalidades e instituciones educativas. Hemos avanzado gradualmente en garantizar a las personas el derecho a la educación; sin embargo, no podemos usar el pasado como un lugar de residencia, sino como un lugar de residencia.
Actualmente el 79% vive en localidades urbanas, las entidades federativas participan cada vez más en el Sistema Nacional. Hoy la prioridad ya no es la alfabetización, pero sí el desarrollo integral de la persona: conocimientos, habilidades, valores, conductas, actitudes. Para poder admirar a esta Secretaría, también deberemos ser críticos.
El propio Vasconcelos diría: México necesita salas muy amplias para discutir libremente y techos altos para que las ideas puedan expandirse sin estorbo, y está Secretaría fue fundada para poder albergar los sueños y las esperanzas de las mexicanas.
Hoy tenemos que hacer un público homenaje a una deuda socialmente incumplida al maestro en la sierra, en la montaña, en el valle, en todas partes, a los padres de familia, a los educandos y entender qué es educación.
Como diría Vasconcelos al ser nombrado rector de la Universidad, la pobreza y la ignorancia son nuestros peores enemigos y siguen siéndolo. Hoy con más 50% de la población en pobreza, tenemos que enfocarnos aún correcto proyecto educativo que sea humanista y que sea innovador. No basta con la instrucción, tenemos que centrarnos en la formación de los ciudadanos.
Y tenemos mucho que entender, que la educación universaliza, pero también individualiza. Que la educación forma a personas y transforma vidas. La educación es responsabilidad de todos y, ¿por qué le interesa al Estado con mayúscula? Porque a través de ella puede construir lo que nos hace falta: ciudadanía, propiciar movilidad social de las personas, contribuir al bienestar social y el desarrollo económico, y es una forma de coadyuvar a disminuir la brecha de la desigualdad.
Vasconcelos, nuevamente diría: el fin capital de la educación es formar hombres capaces de bastarse a sí mismos y de emplear su energía sobrante en el bien de los demás. Pero no es el capital humano de manera tecnocrática, es entender que más vale una persona completa que un buen tecnócrata.
La institución debe renovarse, como todas, hay que formar personas completas, profesionistas íntegros, crear espacios donde se fomenta el pensamiento crítico y la generación del conocimiento, coadyuvar a eliminar la predominancia de la mirada economicista sobre la formación de los estudiantes, proponer nuevas formas de organización interna y externa, vincular la investigación y las políticas públicas para propiciar la investigación educativa, revisar lo que nunca se concluye: el modelo educativo, el modelo de formación de profesores y el modelo de evaluación.
El edificio de la Secretaría es un monumento a la arquitectura del momento y plasma desde la obra del guanajuatense, Diego Rivera, hasta Federico Canesi y Roberto Montenegro. Y en la Secretaría de Educación Pública podemos ver eso, el sueño y el anhelo de los mexicanos.
Como diría Paulo Freire, enseñar no es transferir conocimiento, sino crear posibilidades para su propia construcción. No puedo dejar de hacer notaron una preocupación, hoy necesitamos libertad académica y libertad de pensamiento y, en ocasiones advertimos, y le digo con mucho respeto, la hostilidad gubernamental a los intelectuales, a los académicos, a las universidades públicas y centros de investigación.
Yo quisiera una Secretaría de Educación Pública como lo soñó el educador Pablo Latapí el “ministerio del pensamiento”.
Soy orgulloso egresado de una escuela pública federal, la Ignacio Allende, Anexa a una Escuela Normal. Y para caminar ese futuro, hoy necesitamos leer todos los obstáculos, para poder entender que lo que tenemos por delante es muy grande.
Cuando Vasconcelos, rector, propuso en abril de 1921, hace un siglo, el cambio de lema de la Universidad, lo hizo entendiendo que teníamos que darle un hasta aquí a la larga noche de la opresión.
Nadie sabe la estatura que tiene hasta que la vida le pide que se ponga de pie.
Por mi raza hablará el espíritu
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