Ciudad de México, 24 de febrero de 2022
TRANSCRIPCIÓN DE LA INTERVENCIÓN DEL DIP. JUAN CARLOS ROMERO HICKS, CON MOTIVO DEL ANIVERSARIO LUCTUOSO DE JOSÉ VASCONCELOS.
DIPUTADO JUAN CARLOS ROMERO HICKS (JCRH): Con la venia, de la Presidencia.
“Para hacerse tolerable el hombre que gobierna, debe parecerse a Moisés o Pericles, es decir, llevar en el corazón las Tablas de la Ley”, José Vasconcelos.
Hace 140 años nació José María Albino Vasconcelos Calderón, abogado oaxaqueño de sólidas convicciones y de amplios ideales. Es reconocido por altura de miras, por ser un estadista, por imaginar el México que quería y trabajar siempre por él.
Sin duda, la estatura de Vasconcelos se puede medir por sus logros innumerables, y quiero referirme a su convicción de educación con motor de desarrollo y compromiso democrático.
Este político de altos vuelos, estadista en la amplitud de la palabra, se formó atendiendo los principios del Ateneo de la Juventud, junto con Antonio Caso, Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña, Ricardo Gómez Robelo, entre otros, y nutrió las ideas contra el autoritarismo de su época, comprometiéndose con México, luchando intelectualmente contra el régimen de un solo hombre.
Fue una persona de solidez, de convicciones y de amplios ideales, sensible al drama social de la miseria de su momento.
Este espacio, Vasconcelos lo aprovechó de manera plena, en su paso por el rectorado de la Universidad Nacional de 1921, en adelante, desde ahí diseñó la creación de la Secretaría de Educación Pública.
Su mensaje como rector fue clarísimo: “yo no vengo a trabajar por la universidad, sino a pedir a la universidad que trabaje por el pueblo”. Y fue mucho más allá, porque también participó en las liberaciones y los apoyos de la conquista, de la autonomía de lo que hoy es la Universidad Autónoma de México.
Piedra sobre piedra, discusión tras discusión, abrió paso a educación popular. La educación como herramienta para desarrollar una persona completa, no solo en términos de utilidad, sino en la elevación del espíritu.
Entendiendo esa integralidad, propuso los desayunos escolares, los alimentos que cambiaron vida y el maestro procuró el acceso público al arte, en su dicho: elevado el espíritu de la nación.
De hecho, en tres años realizó una gran cruzada cultural que terminó por dar forma al mito, al meta relato de lo que es la mexicanidad.
Sus obras son clásicas, entre otras, La raza cósmica; La Tormenta; El Ulises Criollo; El Desastre y su candidatura presidencial en 1919, sin el apoyo de partido político alguno, no pasa inadvertida.
Hoy y siempre seguirá vigente, porque desde la lejanía en los escenarios que no podemos repetir, él entendió el valor de la democracia. Y decía que un pueblo que pierde la fuerza necesaria para sacudirse al yugo, acaba por venerarla.
Tenemos muchos pendientes, entre otros dos grandes personajes de la historia que deberían estar en este Muro de Honor con letras de oro, José Vasconcelos y Octavio Paz.
Nosotros creemos que, desde la profundidad de la historia, el alma y el corazón, quien propuso el lema del Alma Mater del país, vive por siempre. “Por mi raza hablará el espíritu”. Gracias.